miércoles, 16 de marzo de 2011

#ERROR#


El hombre sensible es una abominación, un monstruo del laboratorio evolutivo. Deberíamos suicidarnos todos, nosotros hombres sensibles, y dejar que la naturaleza siga construyendo sus toscos y efectivos ejemplares de ser humano: los promedios, los aptos para la supervivencia, ni buenos ni malos, ni crueles ni piadosos, ni estúpidos ni inteligentes (aunque generalmente tiendan a lo primero), sino simplemente aptos. Nosotros, los otros, somos palos en la rueda de la naturaleza, somos anomalías desagradables, como un chico de dos cabezas a quien no se lo sacrifica porque otro palo en la rueda (la lástima) termina impidiéndolo.

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